Page 47 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
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Santiago Key Ayala

               ¿En cuál momento se ofrece brillante y neto al pensamiento
            de Bolívar, el grande, el único objeto de su vida? Para suplir el
            silencio de la verdadera historia, la fantasía supone la aparición
            dramática, el estallido del rayo, el deslumbramiento. El jura-
            mento del Monte Sacro, acto severo y sencillo, ha servido a la
            fantasía detonante para improvisar una escena de ópera.
               Los fantaseadores olvidan que Bolívar mismo, en la famosa
            carta a su maestro, dice con toda claridad: “Fuimos juntos al
            Monte Sacro a jurar la libertad de América”. A realizar un propó-
            sito deliberado y decidido de antemano. El juramento del Monte
            Sacro es la revelación externa y solemne del sueño larga y lenta-
            mente elaborado. El pronunciamiento de votos que han llegado
            a los labios después de haberse revuelto muchas veces en el pensa-
            miento y en el corazón. Es más grande aún, y armoniza en su
            lenta gestación con el secreto de su larga durabilidad.
               La fantasía ha inventado que Newton ideó la teoría de la gravita-
            ción universal viendo caer una manzana. La crítica halla que el sabio
            genial llegó a su gran concepción, pensando siempre en ella.
               Los sueños de Bolívar, por transformación ascendente, han llegado
            al sueño colectivo. El sueño de él es y será el sueño de millares de
            hombres, sueño de millares de sus contemporáneos, sueño de genera-
            ciones por venir. Soñarán con la libertad de América, la dignificación
            de América, el engrandecimiento moral y material de América.
               No es dado a todos los jóvenes alentar sueño tan grande y con
            tanta intensidad como Bolívar. Porque él era grande en espíritu, y
            la magnitud de su sueño estaba a la medida de su gran espíritu, cual
            estaba su espíritu a la medida de su sueño.
               Forjad, vosotros, vuestros sueños a la medida de vuestros espíritus.
            Coronad, si lo podéis –y la mayoría de vosotros lo podrá–, coronad
            vuestros sueños individuales con el sueño colectivo. Ya por el hecho
            del engrandecimiento y la mayor nobleza de vuestro sueño crecerá
            vuestro espíritu. El gran sueño colectivo es un río caudaloso. Los que
            no podáis ser río, sed, al menos, el arroyo afluente que lleva lo que
            tiene, el modesto y valioso tesoro de sus aguas límpidas, a la gran
            corriente. En el caudal de los grandes sueños humanos correrá inad-
            vertido, pero real y poderoso, el caudal de vuestros propios sueños.







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