Page 469 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                     jamás ninguno fue, vuelvo y repito,
                     atacado por perro ni perrito.

                     Tal nuestro orgullo fue y nuestra presea
                     en el deporte igual que en el trabajo;
                     mas llegas tú de pronto con la idea
                     de que solomo soy o bien tasajo,
                     y de un solo empellón, maldita sea,
                     toda una tradición echas abajo:
                     ¡Gracias a ti y al diablo que te auxilia,
                     soy el primer mordido en la familia!


                     Yo consagré a los perros más de un canto,
                     yo en más de una ocasión, con voz canora,
                     le supliqué a San Roque, vuestro santo,
                     que os tendiera su mano protectora:
                     hoy os quiero también, pero no tanto,
                     pues si os tuve por buenos hasta ahora,
                     hoy os encuentro, ¡oh perros!, tan cretinos
                     que prefiero a los dóciles cochinos.


                     Contempla, pues, ¡oh perro!, lo que has hecho:
                     al hundir en mis glúteos tus colmillos
                     no solo, como he dicho, me has deshecho
                     una vasta porción de los fondillos,
                     sino que a suponer me das derecho
                     que son todos los perros unos pillos…
                     ¡Todo esto por morderme a mí, tan seco,
                     habiendo en este mundo tanto adeco!







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