Page 473 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                     «Buen día», le dijo
                     la abeja, su hermana,
                     y ella que de furia
                     casi reventaba,
                     por toda respuesta
                     le echó una roncada
                     que a la pobre abeja
                     dejó anonadada.


                     Ciega como iba
                     la avispa de rabia,
                     repentinamente
                     como en una trampa
                     se encontró metida
                     dentro de una casa.
                     Echando mil pestes
                     al verse encerrada,
                     en vez de ponerse
                     serena y con calma
                     a buscar por dónde
                     salir de la estancia,
                     ¿sabéis lo que hizo?
                     ¡Se puso más brava!
                     Se puso en los vidrios
                     a dar cabezadas,
                     sin ver en su furia
                     que a corta distancia
                     ventanas y puertas
                     abiertas estaban;
                     y como en la ira
                     que la dominaba
                     casi no veía

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