Page 368 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


            (Se oyen unos golpes fortísimos y urgentes en la puerta de la calle.)

            vozarrón (Con los golpes, afuera): ¡Los pasajeros pa’ Bar-
                quisimeto!

            él (Por ella y luego por la voz): Pero mi amor, ¡yo te juro
                que…! (Explosivo). ¡Aquí no hay ningunos pasajeros,
                está equivocado!


            (Se despierta el bebé en la habitación contigua, dejando oír
            unos berridos de pronóstico.)

            ella (Brava): ¿No ve?… Eso era lo que tú querías. ¡Ya
                despertaste al muchacho!… ¿No ve que tú no eres el
                que se va a echar esa capuchina ahora? ¿No ve? (Sigue
                llorando).

            (Vuelve a sonar el portón, todavía más fuerte, y el bebé con-
            tinúa berreando.)


            vozarrón: ¿Qué hubo, pues? ¡Esos pasajeros!
            ella (Por el niño): Ya va, mi amor; ya yo le voy a llevar su
                teterito.

            vozarrón (Con extrañeza): ¡Cómo! ¿Cómo es el golpe?
            él (Por uno y por otro, sin saber a quién hablarle primero):
                ¡Que no es aquí!… (A ella, en el mismo tono). ¿Cómo le
                vas a dar tetero a esta hora a ese muchacho?
            vozarrón: Pero, ¿y esta no es la esquina de Miguelacho?

            él: ¡Sí es! ¡Sí es, pero aquí no es!…

            (Suena el teléfono.)

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