Page 372 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
—Ay, qué sorpresa. Cuchi Mogollón. Me privo. (Lla-
mando.) ¡Come jía, Cuchi!
—¡Jalóu!… ¿Pero qué hacen ustedes aquí? Yo las hacía
en la Exposición de Huérfanos. ¿Ustedes no y que eran del
Comité Organizador, pues?
—Yo sí, pero tuve que renunciar porque no me ha que-
dado tiempo para nada. Primero, despidiendo a William
Guillermo que se fue para Mayami Flórida; después, re-
cogiendo levitas viejas para los niños pobres. Total, no he
tenido tiempo para nosing at oll.
—Yo también renuncié al Comité. No me he sentido
muy bien después de aquella botella de ponche crema que
nos tomamos el otro día en el desayuno. Bueno, Cuckyí
¿cómo está tu marido?
—¡Guá, niña, en Estados Unidos! Tú sabes que a él lo
mandaron en una Micción. Es que los dos gobiernos van a
celebrar conjuntamente este año el fifticentenario del Na-
talicio de la muerte del Libertador, y él va a pronunciar la
oración lúgubre.
—¡Ay, prívense! ¡Miren aquella americana que viene
allá!
—¡De veras, niña! ¡Qué musiúa tan elegante! ¿Verdad
que se parece a Majarete Truman?
—Bueno, yo las dejo. Voy a ver si me cambian un
tráveler para comprar aquel juego de reinocerontes de yeso
parados en dos patas. ¿Verdad que están soñados?
—Son fantásticos. Bueno, yo también me voy. Freddi-
cito debe estar esperándome para ir a la piccina a practicar
un poco de nutrición. Mañana damos un almuerzo criollo
en casa. No dejes de ir por allá para que te tomes aunque
sea una copita de mondongo. Babay…
—Gubay…
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