Page 17 - Sencillamente Aquiles
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MI AQUILES
Yo tengo dos años y él mide aproximadamente tres me-
tros. Sentada sobre sus hombros, abrazada a su cuello, en-
vuelta en el efluvio delicioso de la brillantina inglesa con la
que domina su pelo rizado, que de tan negro es casi azul,
contemplo con fascinación y miedo la enorme columnata
circular brillando alba al sol de un día que ya aprendí se
llama el domingo. Todavía no sé que estoy en el Museo
de Bellas Artes, pero sé muy bien que él se llama mi tío
Aquiles. Así, con mayúscula.
La mujer que camina a nuestro lado tiene un nombre
tan grande y bonito como ella y los ojos dorados. Estrella
Alicia Cristina Viña Martí toca el piano, me cose ves-
tidos idénticos a los de unas niñitas rubias que viven en
los cuadros de nuestra sala, rodeadas de margaritas y con
una regadera de jardín en la mano, y habla distinto a toda
la familia, denso y cantado, requebrado y musical. Y aún
ignoro que eso es acento cubano y ella la sobrina-nieta del
poeta que liberó a su isla porque a mi edad eso no inte-
resa. Solo sé que el hombre moreno y fino que me muestra
el mundo desde sus hombros y yo la amamos totalmente,
con sus piernas infinitas, su cabello castaño enrulado a la
moda de los cuarenta, su carácter de general en jefe, su in-
teligencia feroz y su hermosura de estatua. Además, ese
nombre tan largo y elegante está guardado en algún com-
partimiento del costurero de paja italiana de donde salen
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