Page 21 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


              unas argentinas rubias y hermosísimas que enterraban a sus
              perros bajo los árboles del jardín, en medio de los sollozos
              del equipo de filmación, y cubiertos por lápidas de mármol
              con palabras de amor.
                  Aquiles era tan intolerante que podía quitarle el habla
              al mecenas que deseaba financiarle un libro por llevar una
              espantosa corbata de pepitas o un cerebro mal amoblado.
              Aquiles iba preso por exigirle aullando a los taxistas que lo
              liberaran para siempre del porro colombiano que lo tortu-
              raba desde la radio. Aquiles era el único verdadero comu-
              nista que conocí alguna vez y, por ello, fue expulsado del
              Partido Comunista.
                  Aquiles aplastó mis ideas a gritos y me compensó con
              regalos suntuosos e inesperados, como el afiche gigante
              que cubría todas las paredes de mi cuarto y desde el que me
              miraban los ojos cuervos de Emiliano Zapata y de todo
              su ejército.
                  Aquiles nos enseñó que el sentido del ridículo era
              mucho más estético, y por lo tanto más importante que el
              sentido del honor, y las charreteras y las gorras militares
              una encarnación grotesca y mortífera del mal.
                  Aquiles estaba en cada uno de los miles de claveles
              que los liceístas apretaban el día de su entierro, en el sím-
              bolo de oro que el amor de mi vida se quitó del cuello y
              dejó caer sobre su féretro, en las lágrimas del cartero que
              vio nuestro apellido en el sobre que me entregaba, muchos
              años después.
                  Por eso, Claudio, no pude hablarte de Aquiles en fa-
              milia, tal como me lo pediste para este libro. ¿No ves que
              eso es mucha gente? Hay tantos Aquiles como afortunados
              que fuimos, o los que serán de aquí en adelante, tocados
              por su gracia. Siempre habrá un nuevo miembro del clan

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