Page 26 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
Creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de
mi angustia vi, al conjuro de la Pavana de Fauré, salir libe-
rada y radiante a la dulce Eurídice del infierno de mi alma.
Creo en Rainer María Rilke, héroe de la lucha del hombre
por la belleza, que sacrificó su vida al acto de cortar una
rosa para una mujer.
Creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de
Ofelia.
Creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar.
Creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un
siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al
cinto la espada de los arcángeles, y junto a sus sienes un
resplandor de estrellas.
Creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el
País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los
ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, en Beral-
firo el caballo de Rolando, y en las abejas que labraron su
colmena dentro del corazón de Martín Tinajero.
Creo en la amistad como el invento más bello del hombre.
Creo en los poderes creadores del pueblo.
Creo en la poesía y, en fin, creo en mí mismo, puesto que
sé que hay alguien que me ama.
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