Page 16 - Sencillamente Aquiles
P. 16
sencillamente aquiles
Allá, junto a Pepe, quien entre otras cosas era librero,
mi padre fundó una editorial y publicó varios libros.
Aquiles, el hombre que nació en El Guarataro, a quien
le gustaba vestirse de smoking, jugar críquet y tomar cham-
paña. Aquiles, el que se ponía su sombrero, su camisa tro-
pical, su pantalón blanco y sus zapatos de goma para irse en
su Volkswagen azul a Villa de Cura, a visitar a su amigo Vi-
nicio Jaén para comerse unas cachapas con queso y chicha-
rrón. Aquiles, al que le gustaba regalarle joyas a mi madre,
quien le reprochaba:
—Aquiles, no gastes el dinero en esto. Vamos a com-
prarnos un apartamento.
A lo que él decía:
—Y… ¿si me muero mañana y no tengo el gusto de
regalártelo?
Aquiles, el que leía varios libros a la vez. El que
aprendió a hablar en quechua con los indios bolivianos.
El que hablaba y leía francés. El que creía en sí mismo
porque, como él decía, «…Creo en mí mismo porque sé
que hay alguien que me ama».
Aquiles, el ateo amigo de Dios y estudioso como
nadie de la vida de Cristo.
En fin, Aquiles Nazoa, un hombre sencillo, de vida
muy emocionante, tratando de comprender este compli-
cado mundo, donde quería pasar como «el poeta que le
cantó a los cochinos», su animal preferido.
Aquiles, un revolucionario que estaría ahora luchando
contra el autoritarismo, la injusticia y la vulgaridad. Aquiles,
el que debe estar con Dios convenciéndolo de que el diablo
es un tipo de pinga.
claudio nazoa
16