Page 15 - Sencillamente Aquiles
P. 15
aquiles nazoa
Fue un mecenas pobre: Jacobo Borges, Pedro León
Zapata, Carlos Cruz Diez, Alirio Palacios, Régulo Pérez,
Luis Lucsick y Abilio Padrón, entre otros grandes ar-
tistas, fueron protegidos por mi padre cuando nadie creía
en ellos. Él tenía un instinto especial para saber el valor
artístico de las personas.
Era un hombre a veces extraño para la visión de un
ciudadano común. Pasaba el santo día escribiendo y pati-
nando con sus patines de ruedas de goma. Con esto había
un problema: se ponía bravísimo si alguien le preguntaba
que por qué patinaba dentro de la casa.
No le gustaba que los periodistas grabaran las entre-
vistas y cuando veía el grabador preguntaba:
—Disculpe. ¿Cuando usted va al cine lleva el grabador?
Los periodistas, tímidamente, respondían que no, a lo
que él les replicaba:
—Y usted se acuerda de la película, ¿verdad? Bueno,
entonces vamos a hacerlo así.
En el año 1956 Pérez Jiménez lo saca esposado del
país como a un delincuente, y es que en esa época el dic-
tador había inventado unas leyes que prohibían a los perio-
distas escribir con libertad. Recuerdo que apenas tuvimos
tiempo de despedirlo en el antiguo aeropuerto de Mai-
quetía. Nadie sabía a dónde iba. Ni él ni nosotros. Lo lle-
varon al avión donde el capitán de Pan American le pidió
disculpas en inglés a los pasajeros por compartir el avión
con un peligroso delincuente. Le quitaron las esposas y
allí le dijeron que podía quedarse en Panamá o en Bolivia.
Se fue a Bolivia, en donde conoció a un ángel boliviano
llamado Pepe Ballón, quien no solo lo acogió a él sino a
toda mi familia, que meses después fue a vivir allá durante
tres difíciles años.
15