Page 110 - Sábado que nunca llega
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earle herrera
El pensar en Dulce había deprimido tanto a Rojas
que tocaba la alarma por pura inercia. Escéptico, bajó la
vista y tropezó con los glúteos de la dama desmayada y
algo caliente le ascendió por el esófago; siguió mirando y
sintió el codo que le golpeaba las costillas; fue a ver qué
era y se encontró con la mirada solidaria del párvulo, con
el guiño del ojo del párvulo.
—Le debería dar vergüenza, tarajallo —la mirada de
la tal Julia fue disolvente.
—¿El qué, señora, decía? —Rojas puso cara de
arcángel.
—Nada, enfermo.
Rojas apreció entonces la generosa geografía de la Julia
y comprobó que, a primera ojeada, estaba mejor distribuida
que Dulce, pero pensó que sería una fiera: si apenas lo
terminaba de conocer en tan penosas circunstancias y
ya lo estaba celando de una pobre dama desmayada,
quién las comprende. En eso, inesperadamente y previo
redoble de fanfarria, el transistor reventó en el oído del
español: Tlin-tlan: HE AQUI LOS TITULARES
DEL DÍA —tlin—: Kissinger amenaza con guerra
nuclear si le esconden el petróleo —tlan—. Eligen esta
noche a Miss Venezuela —tlin—. Violada niña de tres
años por monstruo de Ojo de Agua —tlan—. Pitonisa
italiana de prestigio mundial anuncia el fin del mundo
para navidad —tlin—. Manchetas: Aguas negras en La
Dolorita, Petare —tlan—; No hay escuela, ni agua, ni luz,
ni asistencia médica en las Brisas de Propatria —tlin—;
Cacos y zagaletones en la Plaza Miranda —tlan—;
Inservibles los ascensores de Caracas —tlin, click.
Rojas y el párvulo sujetaron al español antes de que
cayera sobre la dama desmayada. El párvulo soltó al
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