Page 113 - Sábado que nunca llega
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sábado que nunca llega
araña disfrutaba del coito; la otra gozaba la comida y el
coito a la vez: alfa y omega de la vida animal. Si la dama
desmayada hubiera sido araña y él también. De seguro
Rojas y la Julia ya estarían convertidos en dos arañas.
La ascensorista le gritó:
—¡Sube, párvulo!
—Pura cienciaficción —saltó sorprendido—, mojones
lo del futurólogo, misia, vea las arañas si no.
La ascensorista vio las arañas y de inmediato cerró
la puerta con franca descortesía, yéndose hacia arriba en
el otra vez hexaedro. El párvulo dio media vuelta y se
encontró de frente con Caracas, sin saber si todavía, en
cuarentitantos minutos podían haber sucedido muchas
cosas, era el presente o si ya la ciudad estaba en el futuro,
de seguro habían sucedido muchas cosas, las arañas, por
ejemplo, la mosca.
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