Page 82 - Perforación mediática
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Saddam Hussein. Después de develarse la mentira y más de un
millón de muertos, ni siquiera pidieron perdón por su voluntaria
“equivocación”.
Por todo ello, el asunto no es juego. Sin embargo, algunas
empresas mediáticas venezolanas y la oposición política rayan en
la irresponsabilidad, una vez más, al pensar que pueden pescar en
el río revuelto de un impensable conflicto armado con Colombia.
Tampoco es la primera vez en nuestra historia en la que, por la
posición oportunista de algunos venezolanos, sale perjudicada
Venezuela.
El poeta Andrés Eloy Blanco, por 1941, se quejaba de que
nuestra patria había perdido la quinta parte de su territorio sin
disparar un tiro. Perdimos ese pedazo de país por los sesgados
arbitrajes internacionales y por la conducta apátrida de algunos
connacionales.
La historia vuelve a repetirse. Por puro oposicionismo, los
medios metidos a partidos políticos minimizan o banalizan las
posiciones del gobierno venezolano y magnifican y le dan toda
credibilidad al de Colombia. Juegan en el filo de la navaja o con
la navaja de la oligarquía cachaca en la garganta. Desde hace
medio siglo la clase dirigente de la otrora Nueva Granada tiene
la mirada puesta en el golfo de Venezuela, al que llaman, no por
simple capricho semántico, golfo de Coquivacoa. Con ayuda del
norte, su ambición tiene una oportunidad inmejorable, única.
El vecino, que siempre se sintió guapo, ahora está apoyado.
Estados Unidos empezará a operar siete bases militares en su
territorio. El embajador estadounidense en Bogotá, el inefable
Mr. Brownfield, ha dicho que esas bases solo serán para reca-
bar informaciones. No está de más recordar la frase del general
prusiano Karl Von Clausewitz: “Las bayonetas sirven para todo,
menos para sentarse”. Ningún país invierte en bases militares para
que sus tropas se dediquen a mirar las estrellas o a hacer pícnic.
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