Page 87 - Perforación mediática
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como Leopoldo Puchi. Critica al presidente de Venezuela, pero
advierte:
“Que Estados Unidos haya instalado 7 bases en Colombia es
un problema. Que Chávez haya tenido una respuesta equivocada
al hablar de guerra, es también un problema. Pero que la oposición
venezolana se coloque del lado de Bogotá y Washington, no solo
es un problema sino algo peor: una catástrofe, porque un país con
tantos problemas se queda sin alternativa”.
Y agrega: “La amenaza existe, esté o no Chávez en el gobierno”.
El fanatismo no permite ver más allá del antichavismo.
Por eso a los soldados y contratistas (mercenarios) yanquis los
llaman, delicadamente, “personal estadounidense”. Por eso a las
bases gringas las llaman, ya no delicada sino intencionalmente,
“bases colombianas”. Para colmo, con parte de mi dinero y de tu
dinero, colega profesor, se pagó ese remitido que nos abochorna.
LAS BASES Y EL ESCORPIÓN
Ninguna potencia instala bases militares en otros países para que
sus tropas vacacionen y contemplen las estrellas, por la misma
razón que las bayonetas sirven para todo menos para sentarse,
según la urticante frase de Clausewitz. En dos países de América
Latina, Estados Unidos acaba de demostrar, ahora mismo, para
qué pueden servir esos espacios ocupados por (o cedidos a) sus
fuerzas armadas.
En Ecuador, la primera potencia del planeta ocupaba la
base de Manta. En Honduras, el verbo se conjuga en presente:
ocupa la base de Palmerola. La primera sirvió contra la misma
república de Ecuador, cuando desde Manta se apoyó a la aviación
colombiana en su alevoso bombardeo a territorio ecuatoriano.
La segunda, la de Honduras, fue empleada contra la soberanía del
mismo pueblo hondureño, cuando el presidente constitucional
87 Earle Herrera