Page 88 - Perforación mediática
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de ese país, Manuel Zelaya, fue sacado de su habitación, llevado
          a la base gringa de Palmerola y expatriado.
               Hay otras historias de crímenes, violaciones, inmunidad e
          impunidad en varios países del mundo donde el imperio tiene
          bases, pero por ahora nos quedaremos cerca, porque cerca están
          las siete bases que Colombia ha cedido a las fuerzas imperiales.
          Estas instalaciones sirven para violar la soberanía de los mismos
          países que las permiten o la de naciones vecinas, como también
          funcionan a la perfección para romper el hilo constitucional en
          las repúblicas que las acogen.
               Las agencias de noticias trajeron esta reciente información:
                 “El ataque del Ejército colombiano a un campamento pro-
          visional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
          (FARC) en Ecuador, en marzo de 2008, fue apoyado por la base
          de Manta, en ese entonces operada por Estados Unidos, concluyó
          la comisión civil que investigó el caso”. (10-12-09).
               Antes, en el caso de Honduras, las agencias titularon:
               “Washington confirma el uso de Palmerola en la expulsión
          de Zelaya de Honduras. Y detallaban en el lead de la información:
               “El portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley,
          reconoció que se utilizó la Base de Palmerola –conocida oficial-
          mente como base aérea coronel José Enrique Soto Cano– en la
          expulsión del Presidente constitucional Manuel Zelaya, pero acla-
          ró que el personal militar de su país no colaboró en esa acción”.
          No faltaba más. (18-08-09).
               De estas experiencias cercanas se deduce que país que acep-
          ta bases imperiales en su territorio, termina atacado desde esas
          mismas bases. No es suficiente con ceder su soberanía a una
          potencia extranjera y otorgarle inmunidad a los soldados y mer-
          cenarios de aquella, sino que, además, no hay ningún acuerdo
          que le impida, a la potencia favorecida, agredir a su favorecedor.





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