Page 93 - Perforación mediática
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No lo hicieron.  24 horas después descubrieron que “PDVSA
           es nuestra” y “todos somos venezolanos”. Es algo extraño eso
           de ser “patriota” con efecto retardado. El cambio lo provocó la
           mirada de cada hombre o mujer de pueblo que encontraron en
           los caminos, en las calles, en los mercados. El grito de “PDVSA
           se respeta” les perforó los tímpanos. El “patriotismo” calculado
           quedó al desnudo. Los partidos, precandidatos y ONG financia-
           dos desde el norte siguen con  la cabeza metida en un pozo, no
           precisamente de petróleo.

           LA MUERTE EN DISNEY WORLD
           Aquella tarde las salas de redacción se conmovieron, los canales
           de televisión “nos vimos obligados a cambiar nuestra programa-
           ción regular”, las emisoras de radio lanzaron mil fanfarrias al aire
           antes de los “¡extra, extra!”, que anunciaban una agresión atroz
           contra la cultura occidental, incluso, no lo vas a creer, hasta el
           director de una escuela ucevista, un tal José Guerra, vio la opor-
           tunidad de oro para que Globovisión lo volviera a sacar por unos
           minutos de su opacidad existencial.
                 Pero, ¿qué ocurrió para que el mundo mediático y el cotarro
           escuálido se escandalizaran? Pues casi nada, conceptualizó un
           teórico del Iesa, ¿le parece poco que en la Asamblea Nacional,
           secuestrada por Chávez, se hayan metido con Disney World?
           ¿Ah, no lo cree? Zambúllase en You Tube, Twitter o Wikipedia
           para que vea, oiga y sufra la afrenta de un tal y mediocre Earle
           Herrera contra nuestros valores. Lea El Nacional, El Universal o
           cualquiera de nuestros medios serios: allí todo quedó impreso
           para la infinitud de los tiempos, de modo que esta sabandija no
           se le pueda escabullir a la Historia. Si, a esa Historia que se escribe
           con mayúscula y sangre en cada letra.
                 En verdad, digo yo ahora  frente al pintoresco pelotón de
           fusilamiento comandado por Rico Mac Pato, la cosa fue así:



                                   93    Earle Herrera
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