Page 442 - Lectura Común
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La lectura común Lectura para impacientes
siempre en vilo y la desesperanza de ser correspondido por una
señora de su casa lo empujaron al precipicio del desamparo amo-
roso, y a quien el mundo le mezquinara toda probidad. La vida,
la realidad real (un desencuentro pasional de su mocedad con
Carlota Kestner y la noticia del suicidio de alguien de su estima),
sirvieron al imponderable autor del Fausto para urdir este drama
de amor que concluye donde comienza: el adiós a la amada ina-
sible o poseída a través de una escritura desolada y en la cual, al
mismo tiempo, se ocultan arrestos de rebeldía contra la chatura
burguesa del último tercio del siglo XVIII.
Apenas fue publicado (hasta Napoleón Bonaparte le prestó
atención) conoció dos privilegios que se devoran entre sí: el de ser
leído por una multitud que comenzaba a atender a las demandas
del romanticismo y el de haber suscitado en no pocos lectores la
muerte voluntaria, lo que movió a Goethe a advertir a los segui-
dores sombríos de su personaje: “Sé hombre, no me sigas”.
Pequeña obra maestra de la narrativa del corazón, Los sufri- [ 441 ]
mientos del joven Werther podría definirse en estos tiempos de
lloro y desamor mediáticos como un libro de despecho, bien que
en sus páginas asomen con insistencia los peligros que persiguen
al espíritu cuando se ve acosado por su propia infinitud.
Antón P. Chéjov
Primeros relatos
Dos frases, unas cuantas líneas, un punto y aparte, la uña de
una coma, es todo cuanto necesita Antón Chéjov para lograr la
belleza de sus breves relatos. Una belleza que puede ser insopor-
table o terrible, risueña o grave, noble o indigna, mas siempre ten-
drá esos admirables rasgos de la perfección.
Sus seres pertenecen a cualquier tiempo y a cualquier país
porque no tienen ayer ni patria conocidos, a pesar de que acusan
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