Page 408 - Lectura Común
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La lectura común                                Escrito sobre el aire
              “qué ofrecimiento el de los senderos/quiero el círculo violáceo del
              pezón/pero es dos veces/bifurca la sed de mi saliva”.
                  Enseña Alfredo Chacón que en poesía, en poesía contempo-
              ránea (y ya sabemos, con Tadeusz Rózewicz, que ella “significa
              lucha por respirar”), reescribimos, copiamos desfigurando, para
              reinventar en nosotros la apariencia originaria de su esensibi-
              lidad, su multiescritura. En lo que vengo de citar presentimos
              como un leve paso borgeano por su sendero doble y bifurcado,
              pero súbito se disipa y es de nuevo Alfredo Chacón el que recobra
              su lenguaje, su obra, porque si algo privilegia al poema, al poema
              moderno, es el de hacerse en sí mismo con la memoria de otra
              escritura, amalgamándola hasta hacerla propia, única y común.
              Ello acontece, por ejemplo, en el grupo de textos con nombre
              de “Pintura de labios” y en el poema número 7 y de “Cantar de
              gestos”. La descripción de mujer, el concepto y la emoción que la
              muestra en su fragmentariedad, en ese lugar que es su boca, ese
              sitio que es caricia, semeja un recorrido por su suelo carnal. Es   [ 407 ]
              Ella, como todo, como “todo lo demás”. Igual al vivir que ocurre
              porque nos vive y es lo que él hace de nosotros, es él el que se deja
              ser, el que quiere que con él seamos y asiente en darse para que lo
              pensemos sintiéndolo. La semblanza fragmentaria, lo apenas algo
              que es mujer, es adorno de absoluto, tizne púrpura, talco de albor,
              suspiro del perfume, ella, en toda, en lo poco, en lo poco de su
              totalidad deseada o evocada.
                  A veces, el poema se atreve a tocar lo impalpable, como en ese
              admirable breve texto de la página 118 que dice, que se llama El
              trance. Me provoca citarlo por entero. En él encuentro la ilustra-
              ción del arte poética de Alfredo Chacón: “Raíz del trance ¿qué es
              lo que haces? ¿Cuál es tu territorio? ¿Cómo encuentras cómo infli-
              gir la falta de asidero? /Yo mismo paso al lado tuyo hacia quién
              sabe. Desde dónde tampoco”.
                  ¿Ve el lector cómo lo abstracto, no sé, el vocablo, cobra figura,
              forma sólida, física y es el tú de un reclamo o una confidencia?
              Reflexionar o dialogar con lo que sólo pide mudez, estupefacción






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