Page 445 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
de su programa y origen revolucionarios. En vez de acelerar el proceso
de la Revolución Mexicana, como se esperaba de parte de muchos, el
gobierno de Calles lo ha contenido y sofrenado. La extrema izquierda,
que no ahorra censuras a Calles, denuncia al laborismo que su gobierno
representa como, un laborismo, archidomesticado.
Por consiguiente, la agitación católica y reaccionaria no aparece
creada por una política excesivamente radical del gobierno de Calles.
Aparece, más bien, alentada por una política transaccional que ha
persuadida a los conservadores del declinamiento del sentimiento revo-
lucionario y ha separado del gobierno a una parte del proletariado y a
varios intelectuales izquierdistas.
El proceso del conflicto revela plenamente su fondo político. México
atravesaba un período de calma cuando los altos funcionarios eclesiás-
ticos anunciaron de improviso, y en forma resonante, su repudio y su
desconocimiento a la Constitución de 1917. Esta era una declaración de
beligerancia. El gobierno de Calles comprendió que preludiaba una activa
campaña clerical contra las conquistas y los principios de la Revolución.
Tuvo que decidir, en consecuencia, la aplicación integral de los artículos
constitucionales relativos a la enseñanza, y el culto. El clero, manteniendo
su actitud de rebeldía, no ocultó su voluntad de oponer una extrema resis-
tencia al Estado. Y el gobierno quiso entonces, sentirse armado suficien-
temente para imponer la ley. Nació así ese decreto que amplía y reforma
el Código Penal Mexicano estableciendo graves sanciones contra la
transgresión y la desobediencia de las disposiciones constitucionales.
Este es el decreto contra el cual insurge el clero mexicano, Suspen-
diendo los servicios religiosos en las iglesias e invitando a los fieles a una
política de no cooperación, disminución de sus gastos al mimo posible a
fin de reducir en lo posible, su cuota al Estado. El rigor de algunas dispo-
siciones, verbigratia, la que prohíbe el uso del hábito religioso fuera de
los templos, es, sin duda, excesivo. Pero no se debe olvidar que se trata de
una ley de emergencia reclamada al gobierno por la necesidad política,
más que por el compromiso programática o ideológico de aplicar, en el
terreno de la enseñanza y del culto, los principios de la Revolución.
La Iglesia invoca esta vez en México un postulado liberal: la libertad
religiosa. En los paí ses donde el catolicismo conserva sus fueros de
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