Page 441 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
entonces con especial favor. Los alentaba el letargo y la anestesia de las
masas, transitoriamente desprovistas de un animador, de un caudillo.
Pero un pueblo, que tan porfiadamente se había batido por su derecho
a la posesión de la tierra, no podía resignarse a este régimen feudal y
renunciar a sus reivindicaciones. Además, el crecimiento de las fábricas
creaba un proletariado industrial, al cual la inmigración extranjera apor-
taba el polen de las nuevas ideas sociales. Aparecían pequeños núcleos
socialistas y sindicalistas. Flores Magón, desde Los Ángeles, inyectaba en
México algunas dosis de ideología socialista. Y, sobre todo fermentaba en
los campos un agrio humor revolucionario. Un caudillo, una escaramuza
cualquiera podían encender y conflagrar al país.
Cuando se aproximaba el fin del séptimo período de Porfirio Díaz
apareció el caudillo: Francisco Madero. Madero, que hasta aquel tiempo
fue un agricultor sin significación política, publicó un libro anti-reeleccio-
nista. Este libro, que fue una requisitoria contra el gobierno de Díaz, tuvo
un inmenso eco popular. Porfirio Díaz, con esa confianza- vanidosa en su
poder que ciega a los déspotas en decadencia, no se preocupó al principio
de la agitación suscitada por Madero y su libro. Juzgaba a la personalidad
de Madero una personalidad secundaria e impotente. Madero, aclamado
y seguido como un apóstol, suscitó en tanto, en México, uña caudalosa
corriente anti-reeleccionista. Y, la dictadura, alarmada y desazonada, al
fin, sintió la necesidad de combatirla violentamente. Madero fue encar-
celado. La ofensiva reaccionaria dispersó al partido anti-reeleccionista;
los “científicos” restablecieron su autoridad y su dominio; Porfirio Díaz
consiguió su octava reelección; y la celebración del Centenario de México
fue unas: faustuosa apoteosis de su dictadura. Tales éxitos llenaron de
optimismo y de confianza a Díaz y su bando. El término de este gobierno,
estaba, sin embargo, próximo. Puesto en libertad condicional, Madero
fugó a los Estados Unidos, donde se entregó a la organización del movi-
miento revolucionario. Orozco reunió, poco después, el primer ejército
insurreccional. Y la rebelión se propagó velozmente. Los “científicos”
intentaron atacarla con armas políticas. Se declararon dispuestos a satis-
facer la aspiración revolucionaria. Dieron una ley que cerraba el paso a
otra reelección. Pero esta maniobra no contuvo el movimiento en marcha.
La bandera anti-reeleccionista era una bandera contingente. Alrededor
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