Page 413 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
III
Tornemos a nuestra cuestión. ¿Existe un pensamiento característi-
camente hispano-americano?
Me parece evidente la existencia de un pensamiento francés, de
un pensamiento alemán, etc., en la cultura de Occidente. No me parece
igualmente evidente, en el mismo sentido, la existencia de un pensa-
miento hispano-americano. Todos los pensadores de nuestra América se
han educado en una escuela europea. No se siente en su obra el espí-
ritu de la raza. La producción intelectual del continente carece de rasgos
propios. No tiene contornos originales. El pensamiento hispano-ameri-
cano no es generalmente sino una rapsodia compuesta con motivos y
elementos del pensamiento europeo. Para comprobarlo basta revistar la
obra de los más altos representantes de la inteligencia indo-íbera.
El espíritu hispano-americano está en elaboración. El continente,
la raza, están en formación también. Los aluviones occidentales en los
cuales se desarrollan los embriones de la cultura hispano o latino-ameri-
cana, —en la Argentina, en el Uruguay, se puede hablar de latinidad— no
han conseguido consustanciarse ni solidarizarse con el suelo sobre el
cual la colonización de América los ha depositado.
En gran parte de Nuestra América constituyen un estrato superficial
e independiente al cual no aflora el alma indígena, deprimida y huraña, a
causa de la brutalidad de una conquista que en algunos pueblos hispano-
americanos no ha cambiado hasta ahora de métodos. Palacios dice:
«Somos pueblos nacientes, libres de ligaduras y atavismos, con inmensas
posibilidades y vastos horizontes ante nosotros. El cruzamiento de razas
nos ha dado un alma nueva. Dentro de nuestras fronteras acampa la
humanidad. Nosotros y nuestros hijos somos síntesis de razas». En la
Argentina es posible pensar así; en el Perú y otros pueblos de Hispano-
América, no. Aquí la síntesis no existe todavía. Los elementos de la
nacionalidad en elaboración no han podido aún fundirse o soldarse. La
densa capa indígena se mantiene casi totalmente extraña al proceso de
formación de esa peruanidad que suelen exaltar e inflar nuestros sedi-
centes nacionalistas, predicadores de un nacionalismo sin raíces en el
suelo peruano, aprendido en los evangelios imperialistas de Europa, y
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