Page 408 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               filofascista— sobre la cual podía habernos antes inducido en error la
               colaboración del poeta argentino en la Sociedad de las Naciones).
                  Pienso, en primer lugar, que el sino de estos congresos es el de concluir
               desnaturalizados y desvirtuados por las especulaciones del iberoameri-
               canismo profesional. Casi inevitablemente, estos congresos degeneran
               en vacuas academias, esterilizadas por el ibero-americanismo formal y
               retórico de gente figurativa e histrionesca. Cierto que Elmore propone un
               “congreso libre” y que Araquistain agrega, precisando el término, “libre, es
               decir, fuera de todo patrocinio oficial”. Pero el propio Araquistain sostiene,
               en seguida, que «no estaría demás invitar a las organizaciones de hombres
               de letras ya existentes: Sociedades de Autores Dramáticos, Asociaciones
               de Escritores P.E.N. Clubs de Lengua Castellana y Portuguesa, Asocia-
               ciones  de  la  Prensa,  etc.».  La  heterogeneidad  de  la  composición  del
               congreso aparece, pues, prevista y admitida desde ahora por los mismos
               escritores de homogeneidad espiritual. Los cortesanos intelectuales del
               poder y del dinero invadirían la Asamblea adulterándola y mistificándola.
               Porque, ¿cómo calificar, cómo filtrar a los escritores? ¿Cómo decidir sobre
               su capacidad y título para participar en el Congreso?
                  Estas  no  son  simples  objeciones  de  procedimiento  o  de  forma.
               Enfocan la cuestión misma de la posibilidad de actuar, práctica y eficaz-
               mente, la iniciativa de Edwin Elmore. Yo creo que ésta es la primera cues-
               tión que hay que plantearse. Que conviene averiguar, previamente, antes
               de avanzar en la discusión de la idea, si existe o no la posibilidad de reali-
               zarla. No digo de realizarla en toda su pureza y en toda su integridad,
               pero sí, al menos, en sus rasgos esenciales. La deformación práctica de
               la idea del Congreso de Escritores Hispano-Americanos traería apare-
               jada ineluctablemente la de sus fines y la de su función. De una asamblea
               intelectual, donde prevaleciese numérica y espiritualmente la copiosa
               fauna  de  grafómanos  y  retores  tropicales  y  megalómanos,  que  tan
               propicio clima encuentra en nuestra América, podría salir todo, menos
               un esbozo vital de organización del pensamiento hispano-americana.
               Medítelo Edwin Elmore, a quien estoy seguro que el fin preocupe mucho
               más que el instrumento.
                  Viene  luego  otra  cuestión:  la  de  la  oportunidad. Vivimos  en  un
               período de plena beligerancia ideológica. Los hombres que representan


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