Page 409 - La escena contemporánea y otros escritos
P. 409
Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
una fuerza de renovación no pueden concertarse ni confundirse, ni
aun eventual o fortuitamente, con los que representan una fuerza de
conservación o de regresión. Los separa un abismo histórico. Hablan
un lenguaje diverso y no tienen una intuición común de la historia. El
vínculo intelectual es demasiado frágil y hasta un tanto abstracto. El
vínculo espiritual es, en todo caso, mucho más potente y válido.
¿Quiere decir esto que yo no crea en la urgencia de trabajar por la
unidad de Hispano-América? Todo lo contrario. En un artículo reciente,
me he declarado propugnador de esa unidad. Nuestro tiempo —he
escrito— ha creado en la América española una comunicación viva y
extensa: la que ha establecido entre las juventudes la emoción revolucio-
naria. Más bien espiritual que intelectual, esta comunicación recuerda la
que concertó a la generación de la independencia.
Pienso que hay que juntar a los afines, no a los dispares. Que hay
que aproximar a los que la historia quiere que estén próximos. Que hay
que solidarizar a los que la historia quiere que sean solidarios. Ésta me
parece la única coordinación posible. La sola inteligencia con un preciso
y efectivo sentido histórico.
Hablar vaga y genéricamente de la organización del pensamiento
hispano-americano es, hasta cierto punto, fomentar un equívoco. Un
equívoco análogo al de ese ibero-americanismo de uso externo que todos
sabemos tan artificial y tan ficticio, pero que muy pocos nos negamos
explícitamente a sostener con nuestro consenso. Creando ficciones y
mitos, que no tienen siquiera el mérito de ser una grande, apasionada y
sincera utopía, no se consigue, absolutamente, unir a estos pueblos. Más
probable es que se consiga separarlos, puesto que se nubla con confusas
ilusiones su verdadera perspectiva histórica.
Conviene considerar estos temas con un criterio más objetivo, más
realista. Por haber sido tratados casi siempre superficial o romántica-
mente, apenas están desflorados. Dejo para otro día la cuestión de la
posibilidad y de la necesidad de organizar el pensamiento hispano-
americano. Creo indispensable, ante todo, formular una interrogación
elemental. ¿Existe ya un pensamiento característicamente hispano-
americano? He aquí un punto que debe esclarecer este debate.
408
BM_Laescenacontemporaneayotros escritos_TomoI.indd 408 08/10/10 17:48