Page 407 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
En el Perú, la proposición de Elmore difundida desde hace algunos
meses entre los hombres de letras de varios países hispano-americanos,
no ha sido todavía debidamente divulgada y estudiada. No he leído, a este
respecto, sino unas notas de Antonio G. Garland —intelectual reacio por
temperamento y por educación a toda criolla “conjuración del silencio”—
aplaudiendo y exaltando el congreso propuesto.
Me parece oportuno y conveniente participar en este debate
hispano-americano, aunque no sea sino para que la contribución
peruana a su éxito, por la pereza o el desdén con que nuestros intelec-
tuales se comportan generalmente ante estos temas, no resulte dema-
siado exigua. La cuestión fundamental del debate —la organización
del pensamiento hispano-americano— reclama atención y estudio, lo
mismo que la cuestión accesoria —la reunión de un congreso dirigido a
este fin. A su examen deben concurrir todos los que puedan hacer alguna
reflexión útil. No se trata, evidentemente, de un vulgar caso de compi-
lación o de cosecha de adhesiones. Una recolección de pareceres, más
o menos unánimes y uniformes, sería, sin duda, una cosa muy pobre y
muy monótona. Sería, sobre todo, un resultado demasiado incompleto
para la noble fatiga de Edwin Elmore. Que opinen todos los escritores, los
que comparten y los que no comparten las esperanzas de Elmore y de los
fautores de su iniciativa. Yo, por ejemplo, soy de los que no las comparten.
No creo, por ahora, en la fecundidad de un congreso de hombres de letras
hispanoamericanos, pero simpatizo con la discusión de este proyecto.
Juzgo, por otra parte, que polemizar con una tesis es, tal vez, la mejor
manera de estimularla y hasta de servirla. Lo peor que le podría acon-
tecer a la de Elmore sería que todo el mundo la aceptase y la suscribiese
sin ninguna discrepancia. La unanimidad es siempre infecunda.
Me declaro escéptico respecto a los probables resultados del
Congreso en proyecto. Mi escepticismo no tiene, por supuesto, las
mismas razones que las del poeta Leopoldo Lugones. (Ha dicho Elmore,
quien ha interrogado a muchos intelectuales hispano-americanos, que
Lugones se ha mostrado «si no por completo, casi del todo escéptico en
cuanto a la idea». Más tarde, Lugones, en una fiesta literaria del Cente-
nario de Ayacucho, nos ha definido explícita y claramente su actitud
espiritual —actitud inequívocamente nacionalista, reaccionaria,
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