Page 317 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
Govoni, Palazeschi, Folgore y otros. El futurismo era entonces un impe-
tuoso y complejo afán de renovación.
Sus líderes quisieron que el futurismo se convirtiese en una doctrina,
en un dogma. Los sucesivos manifiestos futuristas tendieron a definir
esta doctrina, este dogma. En abril de 1909 apareció el famoso mani-
fiesto contra el claro de luna. En abril de 1910 el manifiesto técnico de la
pintura futurista, suscrito por Boccioni, Carrá, Russolo, Balla, Severini, y
el manifiesto contra Venecia pasadista. En enero de 1911 el manifiesto de
la mujer futurista por Valentine de Saint Point. En abril de 1912 el mani-
fiesto de la escultura futurista por Boccioni. En mayo el manifiesto de la
literatura futurista por Marinetti. En pintura, los futuristas plantearon
esta cuestión: que el movimiento y la luz destruyen la materialidad de los
cuerpos. En música, iniciaron la tendencia a interpretar el alma musical
de las muchedumbres, de las fábricas, de los trenes, de los transatlán-
ticos. En literatura, inventaron las palabras en libertad. Las palabras
en libertad son una literatura sin sintaxis y sin coherencia. Marinetti la
definió como una obra de «imaginación sin hilos».
En octubre de 1913 los futuristas pasaron del arte a la política. Publi-
caron un programa político que no era, como los programas anteriores,
un programa internacional sino un programa italiano. Este programa
propugnaba una política extranjera “agresiva, astuta, cínica”. En el orden
exterior, el futurismo se declaraba imperialista, conquistador, guerrero.
Aspiraba a una anacrónica restauración de la Roma Imperial. En el orden
interno, se declaraba antisocialista y anticlerical. Su programa, en suma,
no era revolucionario sino reaccionario. No era futurista, sino pasadista.
Concepción de literatos, se inspiraba sólo en razones estéticas.
Vinieron, luego, el manifiesto de la arquitectura futurista y el
manifiesto del teatro sintético futurista. El futurismo completó así su
programa ómnibus. No fue ya una tendencia sino un haz, un fajo de
tendencias. Marinetti daba a todas estas tendencias un alma y una lite-
ratura comunes. Era Marinetti en esa época uno de los personajes más
interesantes y originales del mundo occidental. Alguien lo llamó «la
cafeína de Europa».
Marinetti fue en Italia uno de los más activos agentes bélicos. La lite-
ratura futurista aclamaba la guerra como la «única higiene del mundo».
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