Page 310 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
de Blok despertó para ordenar al poeta que se entregase íntegro a la
revolución. Fue por este camino que Alejandro Blok, poeta simbolista,
de espíritu y estirpe aristocráticos, se sumó al bolchevismo. La pobre
Hippius llama a esta repentina, imperiosa e irresistible inspiración,
“su caída”. Su “profunda y dolorosa caída” escribe la Hippius, con una
compasión conmovedoramente sincera y estúpida.
Los días más exaltados, más febriles, más intensos de la vida y la
poesía de Alejandro Blok fueron, sin duda, los de la revolución. Pero para
el poeta de Los doce y de Los escitas este acontecimiento arribó dema-
siado tarde. Blok no podía ya rehacer su vida. La revolución reclamaba
esfuerzos heroicos. Blok sintió muy pronto que en este esfuerzo, en esta
tensión, se rompían su alma y su cuerpo exhaustos. En la llama devo-
radora de la revolución se quedó la última brizna de su voluntad. Blok
murió en 1921, deshecho, quebrado, vencido por el postrer esfuerzo.
Máximo Gorki ha escrito últimamente su recuerdo de Blok. Este
recuerdo está casi totalmente ocupado por un diálogo de Gorki y Blok en
un jardín de Petrogrado. Diálogo en el cual Blok se mostró, como siempre,
torturado, obsesionado por su afán de discutir y comprender el sentido
de la vida, de la muerte, del amor. Gorki interrogado, respondió que estos
eran pensamientos íntimos que él guardaba para sí. “Hablar de mí mismo
es un arte sutil que yo no poseo”. Blok se exasperó: “Usted esconde lo que
usted piensa del espíritu de la verdad. ¿Por qué?” Y, después de un rato de
divagación neurasténica, tornó a interrogar a Gorki: “¿Qué piensa usted
de la inmortalidad, de la posibilidad de la inmortalidad?” La respuesta
metafísicamente materialista de Gorki le pareció un poco ininteligible y
un poco humorística. Luego, barajó sombríamente algunas ideas pene-
trantes, pero inútiles para componer una concepción positiva de la vida.
Y cayó en una desolación acerba. “¡Si nosotros pudiéramos cesar comple-
tamente de pensar aunque no fuese sino durante diez años! Extinguir
este fuego engañador que nos atrae siempre más adentro en la noche del
mundo y escuchar con nuestro corazón la armonía universal. El cerebro,
el cerebro... Es un órgano poco seguro, monstruosamente grande, mons-
truosamente desarrollado. Hinchado como un bocio”. Blok se planteaba
a sí mismo incesantemente todas, las cuestiones. Una de las que más le
preocupaba, en los últimos tiempos; era la de la posición y el deber de los,
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