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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              su individualismo. Y por esto, la última batalla entre el individualismo y
              el socialismo se librará, tal vez, entre la ciudad y el campo.
                 Varios estadistas europeos comparten, implícitamente, esta preocu-
              pación de Gorki. Caillaux, verbigracia, mira con inquietud y aprensión la
              tendencia de los campesinos de la Europa Central a independizarse del
              industrialismo urbano. Resurge en Hungría la pequeña industria rural.
              El campesino vuelve a hilar su lana y a forjar su herramienta. Intenta
              renacer una economía medioeval, una economía primitiva. La intuición,
              la visión de Gorki coincide con la constatación, con la verificación del
              hombre de ciencia:
                 Yo he hablado con Gorki de esta y otras cosas en diciembre de 1922
              en el Neue Sanatorium de Saarow Ost. Su alojamiento estaba clausu-
              rado a todas las visitas extrañas, a todas las visitas insólitas. Pero María
              Feodorowna, la mujer de Gorki, me franqueó sus puertas. Gorki no habla
              sino ruso. María Feodorowna habla alemán, francés, inglés, italiano.
                 En ese tiempo Gorki escribía el tercer tomo de su autobiografía. Y
              comenzaba un libro sobre hombres rusos.
                 — ¿Hombres rusos?
                 —Sí, hombres que yo he visto en Rusia; hombres que he conocido; no
              hombres célebres, sino hombres interesantes.
                 Interrogué  a  Gorki  acerca  de  sus  relaciones  con  el  bolchevismo.
              Algunos  periódicos  pretendían  que  Gorki  andaba  divorciado  de  sus
              líderes. Gorki me desmintió esta noticia. Tenía la intención de volver
              pronto  a  Rusia.  Sus  relaciones  con  los  Soviets  eran  buenas,  eran
              normales.
                 Hay en Gorki algo de viejo vagabundo, algo de viejo peregrino Sus
              ojos  agudos,  sus  manos  rústicas,  su  estatura  un  poco  encorvada,  sus
              bigotes tártaros. Gorki no es físicamente un hombre metropolitano; es,
              más bien, un hombre rural y campesino. Pero no tiene un alma patriarcal
              y  asiática  como Tolstoy. Tolstoy  predicaba  un  comunismo  campesino
              y cristiano. Gorki admira, ama y respeta las máquinas, la técnica, las
              ciencias occidentales, todas las cosas que repugnaban al misticismo de
              Tolstoy. Este eslavo, este vagabundo es, abstrusa y subconscientemente,
              un devoto, un fautor, un enamorado del Occidente y de su civilización.




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