Page 309 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
derrota. Se clasifica como uno de los documentos de esa crisis del alma
rusa una novela de Arzibachev: Sanin. Ésta y otras novelas de Arzibachev,
El extremo límite, por ejemplo, reflejan un humor enfermo y neurótico.
Pasan por sus escenas sombras de dolientes suicidas. Y en este mundo
abúlico y alcohólico, discurre insolente y befardo, un personaje cínico y
sensual que se propone vivir super-humanamente. Crisis de individua-
lismo y de pesimismo disolventes y corrosivos. Andreiev y sus agonistas
son también un producto de esta neurastenia.
Blok, principalmente, se parecía a uno de esos personajes ator-
mentados, místicos y débiles de Sanin. Tal es, por lo menos, el retrato
que de él nos han ofrecido, después de su muerte, algunos contempo-
ráneos suyos. Z. Hippius, que trató a Blok entre 1901 y 1918, nos cuenta
algunos capítulos de su romance. Blok, en el croquis de la Hippius, es
un gran enfant 197 hiperestésico, bueno, un poco triste, preocupado por
todo lo indecible, desprovisto de voluntad y de impulso. La Hippius
presiente en él, desde los primeros encuentros, un hombre dulcemente
trágico. Su vida se anuncia gris, pálida, estéril. Y Blok acepta este destino
sin rebeldía y sin protesta. Una de las características de su psicología
parece ser, según el relato de la Hippius, la no defensa. El matrimonio,
la filosofía, el alcohol y, un poco la política, se combinan, más tarde, en
su destino. Hay un instante, sin embargo, en que la vida y el alma de
Alejandro Blok se iluminan súbitamente. Es el instante en que su esposa
le da un hijo. Su existencia adquiere entonces una pulsación nueva.
Cesa, por un momento, de ser una existencia sin objeto y sin esperanza.
Pero el niño nace condenado a muerte. Y muere a los diez días de su naci-
miento. El destino del poeta vuelve a ensombrecerse. Blok parte para un
viaje. El viaje es para su tristeza un alcohol nuevo. Blok se embriaga, se
abandona, se fastidia. Retorna a Petrogrado más lunático y más taciturno
que antes. Llegan los tiempos de la guerra. Viene, después, la revolución.
Y, por segunda vez, Blok descubre una estrella. La Hippius, contrarrevo-
lucionaria acérrima y rencorosa, nos dice que en esos días Blok hablaba
como en los días del nacimiento de su hijo. La revolución era otra cosa
que nacía en su vida y, acaso, en parte de su vida. El dormido elan vital
197 Infante, niño.
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