Page 137 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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             los nuestros con el justo convencimiento de V.S. tomen las armas
             en las suyas.
               Los individuos que señala la nota adjunta habiendo sido heridos
             y convencidos oficialmente de entregarlos, no se consideraban
             prisioneros y están por consiguiente fuera de todo compromiso.
             Por los otros dos que siguen en la misma nota, se ha dado el canje,
             y se hallan excluidos del juramento. Hago a V. S. estas indicacio-
             nes de que acaso no estará impuesto.
               Respecto del señor general Mires, es igual el recibo de su entrega
             para canjearlo por el jefe que V. S. desea hacerlo personalmente;
             pero si V. S. lo retiene, espero que será tratado con la considera-
             ción correspondiente a su empleo.
               He visto los objetos con que V. S. me significa que ha sido en-
             viado a estas provincias y me es complaciente informar: que ce-
             loso el gobierno de Colombia de la felicidad de ellas, me destinó
             con el único fin de que cumpliese sus deberes libertando la parte
             del Sur en el departamento de Quito. Las tropas de mi mando, en
             desempeño de esta confianza, van a continuar una lucha santa y
             justa, en que no hay otra conciliación que la independencia. Un
             país devastado tanto tiempo por la guerra sangrienta y desastrosa
             que ha sufrido, necesita de un gobierno propio, que anhelan sus
             pueblos, para que remedie los males de las convulsiones políticas.
               Resueltos a procurarnos este bien que el Cielo concedió a to-
             dos los hombres desde que pudieron pensar en la mejora de sus
             instituciones, todas las calamidades de la tierra que nos conduz-
             can los enemigos exteriores, en lugar de la oliva de paz que nos
             ofrecen, no harán retrogradar la marcha heroica de los colom-
             bianos, para elevar su patria a la dignidad de una nación, cuyos
             timbres sean la justicia y la libertad. Si V. S. se hallase poseído
             de los mismos sentimientos generosos y benéficos, creo contri-
             buirá con nosotros a estos fines tan humanos, que borrarían la
             memoria de nuestros pasados males para constituir la verdadera
             dicha de unos pueblos, que aunque inmensamente distantes se
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