Page 142 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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142 Rafael Ramón Castellanos
Y le sonríe el éxito. El coronel Santa Cruz seguirá con la División del
Norte del Perú engrosando el ejército que avanza sobre Quito, a cuyos ha-
bitantes había dirigido Sucre una patética proclama, así:
La perfidia española siempre pronta a atropellar (los) pactos más
sagrados, cuando lo exigen los intereses serviles (de su) odiosa do-
minación, ha añadido una página escandalosa (a la) historia execra-
ble de sus atentados en América con la violación del Armisticio de
20 de noviembre último. Este solemne Tratado de Paz concluido
a sus instancias y que le arrancó a vuestros opresores, no los sen-
timientos benéficos que en vano quieren afectar, sino su conocida
impotencia de hacernos la guerra, acaba de ser violado sacrílega-
mente y yo abrazo con placer el motivo que nos presentan nuestros
mismos enemigos, para marchar de nuevo a concurrir solamente a
la obra importante de vuestra emancipación. Quiteños: mis esfuer-
zos por esta vez se reducen a cooperar con la división de mi mando
a la mejora de vuestros destinos, de cuya empresa se ha encargado el
mismo Libertador en persona. Su nombre solo basta para derribar
vuestras cadenas: los héroes de Colombia, estos guerreros inmor-
tales que a fuerza de vencer parece han prescrito contra la fortuna,
marchan al Ecuador sin limpiar todavía la sangre enemiga en que
se han teñido sus espadas en los campos de Carabobo. ¿Y no os
atreveréis aún a llamaros libres? Quiteños: vuestra independencia
es cierta: una fuerza irresistible os la va a conquistar en el momen-
to mismo de presentarse. ¿No coadyuvaréis con una cooperación
gloriosa y segura a los intentos generosos del ejército libertador? 194
A la par del legislador que vela por la salud moral del país, que entiende la
necesidad de fijar las bases de la economía, que está al servicio de las causas
más humanitarias, no le tiembla el pulso para sancionar a quienes quieran
distorsionar su misión. En este sentido no titubea ante el hecho de dar ór-
denes contundentes para que se fusile a los saqueadores, a los depredadores
[ 194 ]_ SUCRE, De mi propia mano. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1981, (vol. 90) p. 54.