Page 35 - La Campaña de Quito
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34 La Campaña de Quito (1820-1822)
para mantener el secreto del movimiento y darle los caracteres de sorpre-
sa que eran indispensables, los realistas descubrieron a tiempo la nueva
dirección tomada por el ejército patriota, de suerte que cuando este ocu-
pó Chillo, aquellos se habían ya replegado hacia Quito, ocupando posi-
ciones en las alturas de Puengasi que separan la meseta de Quito del valle
de Chillo.
Un correo interceptado por las avanzadas patriotas hizo saber a Su-
cre que el enemigo esperaba refuerzos de la división de Pasto. Así, pues,
deseó presentar la batalla cuanto antes, para lo cual juzgaba necesario
pasar previamente a la llanura de Turubamba, es decir, al oeste de las
posiciones de Puengasi. El movimiento, que venía a ser una marcha de
flanco, se ejecutó el 20, tocando a la infantería peruana proteger el pasaje
del grueso.
Como el partido realista no manifestara intenciones de atacar ni
tampoco lo intentase Sucre porque su deseo era combatir en la llanura
que ocupaba, avanzó el ejército hasta Chillogallo (10 kilómetros al sur
de Quito) donde estacionó en la tarde del 21, a la vista del enemigo y
después de un tiroteo entre los elementos avanzados de ambos bandos.
En esta situación de mutua expectativa y separados tan solo por un
kilómetro de distancia, permanecieron los dos ejércitos hasta el 23 en
que Sucre, convencido de que el enemigo persistía en mantenerse a la
defensiva en sus posiciones, las que por otra parte él estimaba difíciles
de atacar, considerándolas “impenetrables”, decidió ejecutar nuevamen-
te una maniobra por el estilo de la anterior, trasladándose a la llanura
de Añaquito (inmediatamente al norte de la capital), donde al tiempo
que quedaba colocado a retaguardia del enemigo e interrumpiéndole sus
comunicaciones con Pasto, tendría un terreno favorable para la acción
eficaz de su caballería.
Dictó, en consecuencia, sus órdenes para levantar el campo a la caí-
da de la tarde e iniciar el movimiento en la noche. Pero como los dos
únicos caminos que conducían a la ciudad, y por los que solo se podía
ir a Añaquito, se encontraban dominados por las colinas de Puengasi, el
de la derecha, y por la altura fortificada del Panecillo el de la izquierda,
debiéndose todavía franquear un curso de agua, acordó tomar una senda