Page 33 - La Campaña de Quito
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32                                              La Campaña de Quito (1820-1822)



          rápido golpe de vista, toma su decisión de lanzarse sobre el enemigo,
          para lo cual pide a sus hombres, de cuya plenitud moral está cierto, lo
          único que por el momento era dable: valor llevado a la audacia y auda-
          cia empujada hasta la temeridad.
               Si en el primer acto del combate el escuadrón deja ver claramen-
          te su arrojo, en el segundo se aperciben no solo estas cualidades sino
          también una disciplina a toda prueba y un admirable equilibrio moral,
          como significa el hecho de transformar bruscamente el movimiento de
          retirada en ataque, no obstante sentir a sus espaldas el galope de los
          caballos enemigos.
               A este respecto interesa decir que por la época sucesos de esta clase
          no eran desconocidos, constituyendo hasta cierto punto un procedimiento
          táctico que se le designaba con el nombre de “falsa retiradas”, como lo ates-
          tiguan en las mismas guerras de la Independencia las acciones de Queseras
          del Medio y Zepita. Pero, como se comprende, su buen éxito residía en el
          sentimiento de disciplina del soldado que fuera capaz de hacerle acallar
          todo instinto de conservación, traducido por lo menos en la vacilación de
          volver contra el enemigo que se precipita sobre sus espaldas.
               En resumen, y como último análisis, la acción que estudiamos pone
          en evidencia principalmente el alto valor de los factores morales y lo que
          ellos importan para el combate cuando son bien explotados.
               El Libertador, apreciando con justicia la distinguida conducta del
          escuadrón patriota, le confirió posteriormente el título de “Granaderos
          de Riobamba”.


          Continuación de las operaciones sobre Quito

                El presidente de Quito, general Murgeon, había instruido al coronel
          Tolrá en el sentido de que no debía comprometer la batalla mientras no
          tuviese la seguridad de vencer; terminando por último de prescribirle la
          desocupación de Alausi y su repliegue a la capital, no obstante haberlo ya
          reforzado con todas las tropas disponibles de Quito. De aquí, pues, que
          hasta entonces los movimientos del jefe realista fueran de repliegue; de
          Riobamba pasó a situarse a Machache.
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