Page 18 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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invitación: Venir a Colombia a hacer una serie de conferencias que
           versasen sobre mi persona, sobre la historia de mi vocación literaria
           y sobre mis libros. No me es fácil explicar a ustedes en qué estado de
           perplejidad me dejó tan sugestiva y tan peligrosa invitación. Como
           hasta entonces nunca había hablado en público, me sentí durante
           varios días en pleno mar de dudas y de tentaciones. Daba vueltas,
           y más vueltas al dilema: ¿Cómo hacer una conferencia? ¿Cómo
           asumir el papel de autor presente ante un público que si me quería
           de lejos, era quizás por esa misma circunstancia de no haberme
           nunca visto de muy cerca? ¿Y la vocación literaria tan intermitente
           y tan frágil? Pero por otro lado la idea de atravesar el mar durante
           largos días de paz, remontar quizás muy lentamente el Magdalena y
           a lo largo de la selva y de los Andes llegar a tantas ciudades familiares
           y soñadas me llenaba el alma de exquisitas inquietudes. A través de
           mi ventana, por entre las hojas doradas que iba barriendo el otoño
           brumoso de París, me llamaba el trópico. Reconocía ya en lonta-
           nanza aquella Colombia de las primeras visiones románticas de mi
           infancia: el Valle del Cauca; la gran casa de hacienda; el estanque de
           los baños trémulo de rosas; el perro Mayo; la negra Feliciana; y desde
           allá, desde la cumbre del sendero que se iba, la ventana lejana con

           su marco de flores donde blanqueaba todavía María despidiendo a
           Efraín.
              Ante el ensueño radiante del viaje, el modo de realizarlo y sus
           consecuencias inmediatas no existieron ya. Una de las más graves
           consecuencias resultaba ser la decisión del tema para preparar las
           conferencias. Aceptar el propuesto era casi un deber. Cuando un
           libro ha contraído amistad íntima con el alma de un lector, como

           en todo caso de intimidad, florece naturalmente de los oídos hacia

           los labios una dulce sed de confidencia. Yo sé, lo he visto ya y lo
           digo con alardeo de niño que no ha hecho nada para merecer amor,
           sé que a mis libros se les quiere mucho en Colombia. Sé que se les


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