Page 17 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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I
Me parece que estoy soñando al verme por fin aquí en Bogotá
frente a mi público de íntimos y ya viejos amigos, sin experimentar
ninguno de los fantásticos temores que preveía de lejos, sino
sintiendo, al contrario, la confianza y la alegría de los más lindos
ratos de la vida.
Esta visita a Colombia me estaba dando llamadas al corazón
desde hace ya mucho tiempo. Yo respondía a las llamadas, pero
solo respondía a distancia, con señas y sonrisas, porque como los
tímidos, por muy enamorados, tenía miedo de acercarme dema-
siado. Este otoño la llamada se hizo voz, y voz tan apremiante y tan
prometedora, que dejando a un lado todo temor y confiando en la
buena estrella que protege a los emprendedores, comencé a preparar
mi visita a la cual no quería llegar, como ven ustedes, con las manos
enteramente vacías.
La voz apremiante de que hablo vino hasta mí en forma de carta.
Era a principios de noviembre. Acababa de llegar a París, después de
un largo y primer viaje por Italia. Me disponía a pasar un invierno
tranquilo en mi rincón de Neuilly, un invierno de lectura y quizás
también de trabajo –en París nunca se sabe–, cuando una mañana,
me despertó la carta mensajera de Colombia. La redactaba un grupo
de amigos residentes en Bogotá. En ella me transmitían la siguiente