Page 91 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera













            EL BALANCÍN O EL BUITRE

            Su semblanza ferrosa ilustró portadas de libros y revistas.
            Era la imagen de la Venezuela que brotó del reventón del

            Zumaque I, por el año 14 del siglo XX. Se hizo paisaje de los
            pueblos petroleros de Oriente y Occidente del país. Para los
            niños de aquellos campos de largos inviernos y prolongadas
            sequías era un pajarraco asmático que tenía que beber de día

            y de noche porque su sed era insaciable. Cuando se secaba
            el pozo, el animal prehistórico quedaba muerto de pie para
            siempre, como un dinosaurio de acero al que le faltaban to-
            davía milenios para ser sepultado  y convertido por el dios

            Tiempo en restos de interés arqueológico.

                  De un balancín que martirizaba la Mesa de Guanipa se
            colgó un joven gringo abrumado por la distancia, la soledad

            y el sol del llano que incendió sus tormentos. Lo hallaron al
            amanecer, meciéndose como un niño en un columpio, con
            una sonrisa estúpida, lengua amoratada y ojos de asombro y
            encantadora sorpresa infantil. En el bolsillo de la braga llevaba

            una carta que nunca le llegó a Ava Gardner y una flor de la
            sabana. Cuando se regó por el pueblo que se había ahorcado
            un hombre en el balancín del camino viejo, estuve entre los
            cinco o nueve niños que atravesaron a la carrera el chaparral


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