Page 69 - Guanipa-Endenantico
P. 69
Earle Herrera
No imaginaba Ana del Rosario –menos yo– que al pedirme
escribir sobre la clase obrera para la jefa de un sindicato adeco,
me pondría en contacto con las ideas socialistas, mismas que
me acompañarían por el resto de mi vida y me convertirían
en un militante de las causas justas de los pueblos del mundo,
o también, para otros, de sueños y utopías.
Concluido el bachillerato, mi madre me mandó a es-
tudiar Medicina –allí pasé uno tres semestres– y me terminé
inscribiendo en periodismo (también intenté hacerlo en Letras),
convencido de que le haría menos daño a la humanidad con
una pluma que con un bisturí. Muchos años después, como
diría el Gabo, el Comandante Hugo Chávez me incluyó como
candidato a la Asamblea Nacional Constituyente de 1999. Por
amor maternal, por agradecimiento y en correspondencia a
que yo la apoyé cuando ella fue candidata a cualquier cosa o a
lo que sea –sin importarme que fuera adeca- se incorporó con
entusiasmo a mi campaña, se la tomó en serio, y se puso a pegar
afiches de su hijo –socialista, bolivariano y chavista- por toda la
Mesa de Guanipa. El partido, su partido, AD, no aguantó esto
y la tildó de traidora. Solo se limitó a decir:
-¡Guá! ¡Dizque “traidora” porque apoyo a mi hijo, se
habrá visto! ¿Y cuando él me apoyaba a mí siendo adeca, qué?
¿Y si no apoyo a mi hijo, a quien voy a apoyar?”
Yo callaba y sonreía ante tan irrefutables argumentos.
El añejo partido no podía entender que además de madre e
hijo, éramos compinches, viejos compinches, desde aquellos
69