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Earle Herrera

Promovidos ambos al bachillerato, los senderos de nues-
tras vidas escolares se bifurcaron, como jardines borgeanos. Me

tocaba clases en la mañana y la tarde, por lo que me quedaba la
noche para hacer las tareas. Así que mi excompañera de estudios
tendría que ocuparse de lo suyo y yo de lo mío, aunque a decir
verdad, ella siempre se ocuparía de todo y de todos. Ya había

pagado con creces sus suplencias en el hospital y le dieron un
cargo fijo. No sé de dónde le salió lo de fundar un sindicato.
Venía de la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez, pero
no era precisamente una política. Cuando se proponía algo, no

desistía hasta lograrlo: fundó el Sindicato.

Afiliado a la Federación Nacional de Trabajadores de
la Salud (Fetrasalud), controlado por Acción Democrática

(AD) y, en menor proporción, por sus aliados en el Pacto de
Puntofijo, Copei y Unión Republicana Democrática (URD),
nació bajo su égida el Sindicato de Trabajadores de la Salud
del Distrito Simón Rodríguez, el primero de la zona Sur de

Anzoátegui, del que su fundadora fue, no faltaba más, su pri-
mera secretaria general. A la par, continuaba sus estudios de
bachillerato y los cursos de mejoramiento que el entonces
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) dictaba a su

personal de enfermería. También se inscribía en los ofrecidos
por la Cruz Roja Venezolana y en cuanto seminario sobre
sindicalismo y la clase obrera promovieran las centrales de
trabajadores del país. Quería alcanzar el tiempo que su origen

campesino y humilde le negó. Y para mí y mis hermanos, lo
alcanzó y sobrepasó.

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