Page 13 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera


                  ¿Pero antes, qué hubo antes? Cierta tarde, acuciado por
            ese sentimiento indescifrable de terredad e identidad, por ese

            extraño y agridulce llamado de la tierra, escribí un poema en
            prosa donde digo con “un grito en la palabra”:

                  “Tierra sin fin me vio nacer, llanura ni por el cielo limita-

            da: Mesa de horizontes circuidos de horizontes, enorme círculo.
            Mis ojos aprendieron a mirar lejos, más allá de la vista, como el
            águila impetuosa de la sierra. Pero nunca vi por aquí un águila,
            reino de gavilanes. Esta tierra me enseñó a leer en ella, mas, en

            su escritura, no existe la palabra frontera, los caminos peren-
            nemente se alargan, no concluyen, no conocemos fin. Nuestra
            gente anda, anda. Yo, del alba hasta la noche, vago mundo”.


                  Tal vez la poesía nos permita exorcizarnos de fantasmas
            y retornar a un mundo desconocido, el cual jamás habitamos
            pero al que pertenecemos: el mundo de nuestros antepasados
            del que nos queda una memoria remota. Por eso nos pre-

            guntamos siempre: ¿Qué hubo antes? El gran poeta español
            Antonio Machado resumió y encontró y guardó su niñez en
            un verso:”Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla” ¿Y
            antes de Sevilla? ¿Y antes del balancín y la cabria y de aquellas

            casas de bahareque y caña brava y palmas de moriche? Sí, ya
            mucho antes estos parajes se llamaban El Tigre, mucho antes
            de que perforaran el pozo Oficina N° 1, que fue piedra original
            de esta ciudad –piedra de aceite, diría Ramón Ordaz–,  donde

            el agua bautismal fue el oro negro.





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