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Guanipa Endenantico
y dos años, por su empuje y crecimiento, le hace exclamar al
visitante: ¡Parece mentira!, cuando se entera de que todo ha
ocurrido en tan poco tiempo. Realmente, el paso, la evolución,
más propio sería decir el salto, de caserío a moderna ciudad
ha sido vertiginoso. Contrasta ese rápido crecimiento con la
mansedumbre de su río –o el verdoso hilo que de él nos va
quedando–, la suavidad de su brisa perenne y la silenciosa
tranquilidad de la Mesa de Guanipa, apenas advertida por el
invariable silbido del chaparro.
¿Y antes, qué hubo antes, mucho antes de la fundación?
Los cronistas y los historiadores, los novelistas y los cuentistas
nos hablan de una historia reciente. La que comenzó en 1933
con la explotación petrolera. Es una historia de cabrias y
taladros, tuberías y balancines. Los que vinieron de otras
tierras la iniciaron y quienes nacimos aquí la vivimos y conti-
nuamos: fueron y fuimos y somos los sujetos de esa historia:
de 62 años de brega y sacrificio, de alegría y dolor, de júbilos
y lágrimas, de sudor y sueños, de tesón y esperanzas. Desde
Miguel Otero Silva hasta Milagro Mata Gil y desde Calazán
Guzmán hasta Benito Irady, y desde y hasta todos los poetas
y escritores de esta tierra, ellos han plasmado en letras nues-
tra historia y han perpetuado en páginas y palabras el ayer y
el hoy, lo que fue y lo que somos, las raíces y el árbol y las ho-
jas y los frutos, de los días y la vida de lo que hoy llamamos,
sin ocultar nuestro orgullo, la ciudad de El Tigre.
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