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Earle Herrera
ASÍ ES ANZOÁTEGUI
Anzoátegui es de signo Acuario, un estado entre dos aguas:
las mayores que bañan al territorio nacional. Al norte, lo besa
o lo estruja –todo depende– el mar Caribe, desde sus límites
con Miranda hasta los que lo separan del estado Sucre. Al
Sur lo recorre de punta a punta el soberbio Orinoco, para
decirlo con la expresión del visionario novelista francés Julio
Verne. Este abrazo de aguas saladas al norte y dulces al sur
es un privilegio único. Pero no solo la geografía predestinó
su signo zodiacal; también lo hizo la historia: su ciudad ca-
pital –Barcelona– fue fundada por el conquistador español
Juan de Urpín un 12 de febrero de 1638, en plena regencia
de Acuario, para que reinara la armonía entre los astros y los
hechos, los cielos y la tierra, los sueños y la gente.
El estado Anzoátegui, así, por designio de los dioses
remotos de sus ancestrales pobladores indígenas, ofrece una
variedad de paisajes en sus 43.300 km2: desde las montañas que
asoman de la cordillera de la Costa y el macizo Oriental, hasta
las extensas planicies de las Mesas que cubren toda la parte
centro-sur y que solo se detienen en la ribera del Orinoco. Si
el viajero sigue la Ruta del Sol, partiendo de Boca de Uchire y
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