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Guanipa Endenantico


            agitando al estudiantado. Al mediodía, en la Plaza Bolívar,
            gritó: “¡Misión cumplida!”. Después fue la UCV, la política del

            voto nulo y la abstención militante, detrás de otro Quijote:
            Domingo Alberto Rangel. Con el viejo líder del MIR, funda-
            mos “La Chispa”, “La Quincena”, “El Nuevo Venezolano” y los
            Grupos de Acción Revolucionaria (GAR).


                  Por años fungí de su secretario oficioso o de oficio por
            su empeño de escribir largos documentos a mano. Luego me
            los dictaba y yo los transcribía en una vieja maquinita de es-

            cribir que cabía en una caja de zapato. Sin exhibicionismo, la
            revolución venezolana tuvo en él un cuadro cabal, un dirigente
            íntegro y un luchador empedernido. Lo seguimos. Lo admi-
            ramos. Lo queremos.


                  Hasta el último hálito de Domingo Alberto Rangel,
            estuvo a su lado, junto a nuestro amigo común, Manuel Vadell.
            Antier, Asalia y yo estuvimos con Olguita, su esposa y com-

            pañera de vida; Uni y Leonardo, sus hijos entrañables. Ayer lo
            volví a oír en la plaza del pueblo, todos sus amigos de infan-
            cia escuchando su verbo y preguntándonos, bajo la luna de
            Guanipa: ¿Dónde aprendió a hablar este? Ayer también llovía.


             













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