Page 411 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
Por otra parte, no conozco ni conoceré un código donde
se diga cuáles son los motivos válidos y cuáles los no
admitidos y rechazados por la poesía.
—Caracas es una constante en tu obra, una pre-
sencia, en una relación de encuentros y desencuentros.
¿A qué se debe?
—Nací en esta ciudad que se me hace evidente en su
amor y su rechazo; aquí cultivé mi docena de amigos, vi
morir a mis padres, alenté mis sueños, supe de injusticias,
conjugué los verbos del afecto; el Ávila me deslumbró, los
ventanales de Santa Rosalía, amé cuanto pude, grité basta,
escribí, disfruté mis cuatro generaciones, me dieron y di,
aprendí mi idioma y el calé fino de las putas y los chulos.
—¿Trastornó el Caracazo la ciudad que puebla tu
poesía?
—Le revivió el coraje de 1810: la primera y la última
estrofas de nuestra canción nacional, el siglo XIX y las
ganas de fundar patria más allá de sus casas.
—¿Qué significó para ti, como poeta, el Caracazo?
¿Qué significó, cuál fue su impacto como caraqueño?
—La solidaridad con esa multitud que de forma es-
pontánea salió a la calle a rechazar todo un sistema de
corrupción e injusticia; ver y sentir cómo la dirigencia po-
lítica quedaba al desnudo, frente a un escenario que aún
hoy en día (diciembre de 2001) se resiste a abandonar
junto a su poder mediático, bandas sindicales, eminencias
de la economía… y dejémoslo de ese tamaño. Además,
presiento que mejor sería redactar un artículo periodís-
tico y no esta forma dialogante que asumo y suscribo con
la responsabilidad del caso desde mi condición de poeta
y caraqueño, como bien lo planteas en tu pregunta.
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