Page 412 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
—Personajes que tú has mirado desde la poesía, que
se asoman o habitan en tus poemas, gente de los subur-
bios, los de abajo, de pronto se metieron a saqueadores,
saqueaban tu ciudad. ¿No deseaste, en esos momentos,
regresarlos a la poesía, someterlos con la palabra? ¿Qué
crees que hacía esta gente?
—En esta ciudad nada me pertenece, salvo los afectos
y lugares ya enumerados en una de tus preguntas. Aquí
todos somos hijos de Pedro Páramo. Vivimos bajo la sen-
sación de que alguien nos debe algo; cada día nos da el
pálpito, el tufillo de que lo que existe detrás de esas vi-
drieras es nuestro, que nos han robado: desaparecimos
como clase media desde hace tiempo, ingresamos al ejér-
cito de pobres. Los expertos de la economía nos dicen que
el Centro Sambil es nuestro. Si es así, no me extrañaría
que un día alguien se lo lleve a Petare. Dicen que Chávez
fomenta el odio y nos enfrentan; pero aquí el odio y el
enfrentamiento datan desde 1830; ya brotó, nos metieron
a saqueadores. El poeta no puede ni quiere ni desea re-
gresar a nadie a la poesía, ellos se llevaron al poeta a la
calle (sin que este lo advirtiera), ahora está entre la gente,
mira el candado de la santamaría.
—Escribir sobre el Caracazo, como lo hicieron varios
narradores, o tú mismo como poeta, ¿se inscribe en lo que
se conoce o conoció como literatura comprometida?
—A los franceses, específicamente a Sartre, le agra-
daba el término comprometido. En América Latina como
que no dice gran cosa; vivimos en un continente de pobres.
Por ello, cualquier referencia a nuestra localidad puede ser
signada con este rótulo: no tenemos escapatoria. Te pongo
un ejemplo: nuestro querido Julio Cortázar y el Gabo son
etiquetados de esta manera desde la ficción y maravilla de
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