Page 391 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


                  —¿Qué te presionó más, que te haya llamado el jefe
              del Papel Literario o los hechos mismos que estaban
              ocurriendo, pues aún humeaba la cuidad, como dices tú?
                  —Las dos cosas, mejor dicho, las tres cosas: I) La im-
              portancia que yo le atribuí a los hechos que estaban ocu-
              rriendo. II) El reto que para mí significaba hacer literatura
              por encargo, lo cual fue un estímulo. III) La circunstancia
              de mi relación con la persona que me estaba pidiendo el
              favor, quien formó parte de un taller literario del cual yo
              fui coordinador. Yo he sido tallerista y de esa manera he
              hecho literatura por encargo. Actualmente coordino ta-
              lleres y a menudo un ejercicio que se plantea en el taller
              es construir un acto corto a partir de una imagen con ciertas
              coordenadas que se dan; eso también es literatura por en-
              cargo, es como un ejercicio. Fíjate tú, esa literatura por
              encargo que se da en un taller generalmente se queda en
              ejercicio, en cambio, en este caso, nos conseguimos con
              que el texto pasó a formar parte de una antología, te lo
              han solicitado en otras partes. El texto realmente ha
              adquirido vida propia.
                  —¿Cuál es el título del cuento?
                  —Ya ni me acuerdo, déjame ver, algo así como «27-F:
              Su gran debut». Porque habla del debut en la pasarela ima-
              ginaria de la muchacha. Con ese título creo que lo puedes
              conseguir en una de las antologías de Barrera Linares.
                  —O sea que partió de un hecho inmediato y ya anda
              por ahí en una antología.
                  —Sí, fíjate; claro, en ese momento yo estaba escri-
              biendo Juegos bajo la luna, recuerdo, en el año 89; estaba re-
              tomando la novela después de una etapa de sequía y ya la
              había agarrado, había entonces la doble trampa, digamos, el
              conflicto en mí, de suspender un día, un par, dos o tres días,

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