Page 389 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
de verse ella misma por primera vez en su vida con un traje
así, que es una vaina que estaba fuera de su alcance, de su
poder adquisitivo en circunstancias normales pues, en ese
momento es alcanzada por una ráfaga, muere y cae entre
los maniquíes. Lo que vi fue eso, claro, una muchacha
vistiéndose con algo que probablemente, para una chama
de un cerro, ve las vitrinas y se dice: «¿esa vaina cuándo
la compro yo?». Esa fue mi visión, mezclada con las otras
mujeres que eran maniquíes.
—El 27 de febrero, en el Caracazo, se dieron mu-
chos casos en que la realidad se hizo ficción, en la misma
realidad.
—Yo diría que la realidad superada. Esto es un cliché,
pero en este caso es perfectamente válido, pues cualquier
cosa, en el entendido de que el mejor relato que yo pueda
hacer va a ser superior a la realidad, sería pedirme una vaina
que te diría de antemano que no va a ser así, pues lo que
estaba ocurriendo, aún humeando la ciudad, era algo tan es-
candalosamente sorpresivo y fuera de lo que habitualmente
uno está acostumbrado a ver, que difícilmente yo pueda su-
perar esa circunstancia. Cualquier crónica periodística que
hagas tú mismo, cualquier periodista, va a superar cual-
quier cosa que yo pueda hacer como escritor, me repetía eso.
Justamente porque todo el mundo estaba haciendo crónica,
a pesar de que algunas veces la crónica misma era desbor-
dada por las circunstancias y se tenía la tentación de ir más
allá de la crónica porque las circunstancias lo permitían, y se
daba lo contrario: que el escritor, aun aquellos que sin estar
habituados a ese tipo de circunstancias veían esa realidad,
y pensaban que en un momento posterior de su vida po-
dían hacer de aquello un escenario o un elemento impor-
tante protagónico de alguna historia que ellos imaginaron.
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