Page 35 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


              Andrés Pérez inició su gobierno decretando un aumento
              general de salarios. Sin embargo, después de la luna de
              miel del primer año, los conflictos sociales y laborales em-
              pezaron a manifestarse. Los beneficios del petróleo no
              llegaban a las amplias capas pobres y marginales y la des-
              igualdad social aumentó su brecha. Los disturbios estu-
              diantiles siguieron su curso y la represión no varió con
              respecto a gobiernos anteriores. A raíz del secuestro de
              un industrial estadounidense, William Niehous, fue dete-
              nido el exlíder estudiantil Jorge Rodríguez, quien murió a
              causa de las torturas a que fue sometido por la policía po-
              lítica del régimen, Disip (siglas que significan Dirección
              de Servicios y Prevención). Las protestas se extenderían
              por todo el país, pese a que el Gobierno reconoció el delito
              e hizo presos a sus autores. Los estudiantes dudaban que se
              hiciera realmente justicia. Con todo, Pérez buscó el acerca-
              miento con exjefes guerrilleros y algunos formaron parte de
              su gobierno. Pero las causas de la violencia social y política
              estaban más allá de esos acuerdos entre las élites dirigentes.
                  A Pérez lo sucedió el socialcristiano Luis Herrera
              Campins, un abogado y periodista que llegó al pueblo
              con un lenguaje campechano, saturado de refranes, y con
              una indumentaria que igualmente buscaba su identifica-
              ción con las clases populares: hizo su campaña vistiendo
              siempre de safari y con un sombrero pelo ‛e guama. Du-
              rante su gobierno los precios del petróleo se triplicarían,
              alcanzando los treinta y seis dólares por barril. Esos cau-
              dales de dinero, sin embargo, no detenían el crecimiento
              de la pobreza ni las desigualdades sociales, así como las
              máculas que identifican a un país del tercer mundo: pé-
              simos servicios públicos, desnutrición, enfermedades, epi-
              demias, analfabetismo, carencia de viviendas y un largo

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