Page 187 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
agudo observador o la sensibilidad del artista captan y, lo
que es más importante, es capaz de expresar, y hacerlo de
tal forma —el cómo— que conmueve y estremece.
Para Cabrujas, ya lo dijo, el 27-F, el Caracazo, fue
una parodia. Los excluidos, por un día, haciendo el papel
de los poderosos (saqueadores durante décadas del país).
«Leporello tratando de parecerse a Don Juan». El cronista
que observa cede su pluma al dramaturgo que es Cabrujas.
El artista pincela, retrata a sus personajes principales: el
presidente Pérez, mago, mesiánico, populista, ególatra y
vendedor de ilusiones; y el pueblo que, con el mismo entu-
siasmo que lo eligió ayer, hoy lo protesta, violento y desen-
gañado. Los personajes secundarios, actores de reparto del
gran Pérez, los políticos, escondidos, asustados, incapaces
en ese momento hasta de ejercitar la demagogia, su fuerte.
De telón de fondo, los sucesos del 27 de febrero de 1989:
tiendas saqueadas, gente buscando su número de calzado,
corriendo por las calles con media res colgada al hombro,
con una cocina en la espalda que lo aplasta, arrastrando el
televisor de 21 pulgadas en el que podrá verse, por primera
vez, como protagonista. Todos estamos en el escenario y
todos somos espectadores. Teatro interactivo, vivo. Es lo
que nos hace ver el columnista. Es lo que nos resulta ri-
dículo o cómico y nos hace reír. Es lo que nos incomoda.
El diálogo que imagina Cabrujas entre el presidente
y sus ministros resulta más auténtico que las ruedas de
prensa del jefe del Estado. Ese personaje ficticio que nos
presenta es el verdadero; no el que aparece por televisión
dirigiéndose a sus conciudadanos. En el contexto del Ca-
racazo, el presidente y la clase dirigente han perdido toda
credibilidad. La gente vuelve sus ojos hacia los personajes
de José Ignacio Cabrujas: la verdad está en los dramas que
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