Page 144 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
Estado de la mejor manera posible: sin el conocimiento
de los hechos históricos «con la mayor precisión y verdad
que se pueda», ni el Consejo de Indias, ni el rey, po-
dían gobernar adecuadamente. El cronista mayor debía
ser hombre de cultura, buen escritor, de vida honrada
en público y en privado, porque se trata de responsabi-
lidad alta y noble. Ordenó el rey a sus ministros entregar
los documentos al cronista, para que pudiera ejercer su
oficio. Y para darle capacidad de acción, dotó el cargo
con cien mil maravedíes. Y también ordenó: averiguar
«lo que en aquellas partes oviere acaecido», «hacer y
compilar la historia general, moral y particular de los
hechos o cosas memorables», escribir «bien y fielmente»,
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«de modo que salga muy cierta» esa historia .
Esta cita in extenso revela que el cronista oficial de In-
dias tenía la responsabilidad de averiguar lo que hubiera
sucedido en América, compilar la historia general y la par-
ticular de «los hechos y cosas memorables», y escribirlas
«bien y fielmente». Por ello, los americanos tenemos en el
cronista de Indias a nuestro primer historiador y a nuestro
primer periodista. Y también, en lengua distinta a las abo-
rígenes, a nuestro primer fabulador. Tres siglos de vida
colonial traerían otras formas de escritura. Llegarían los
periódicos, los libros y, con la guerra de Independencia,
un periodismo combativo y doctrinario. Las nuevas repú-
blicas albergarían un género, también herencia española,
que sería el punto de partida de la literatura nativista, de
la tierra: la crónica costumbrista.
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Guillermo Morón, «Sobre el cronista y su oficio», en: El Nacional,
Caracas, 2 de diciembre de 1984, p. A-4.
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