Page 154 - Escritos de ayer y hoy
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la supervivencia; asimismo en el incremento preconcebido del
            tráfico y consumo de drogas y el bombardeo ideológico de la
            televisión.
               Este proceso de destrucción familiar que gobiernos trans-
            nacionalizados y sus aliados locales conducen centra su aten-
            ción en la descalificación moral que hacen de la mujer. Ella es
            considerada y tratada como una mercancía, un objeto sexual
            de mercado y para el mercado. Por otra parte, el incremento
            planificado del consumo de drogas afecta enormemente a la
            mujer por cuanto ella constituye el eje fundamental de la fa-
            milia; dicho consumo se eleva cada vez más y abarca desde los
            sectores de mayores ingresos, pasando por los medios e intro-
            duciéndose en el seno del pueblo, en sus barrios y colegios.
               A esta realidad se le une, de manera concatenada, la progra-
            mación de la televisión y, de manera especial, la de Venevisión
            y las parabólicas; en ellas se sintetiza la ideología dominante,
            dependiente y de sometimiento mental. La familia, por lo ge-
            neral, deja a los hijos en manos de esta “maestra ideológica”
            que los enseña a irrespetar a la mujer, a usar la violencia contra
            los suyos, y a la búsqueda de soluciones basadas en el dinero
            fácil y en el individualismo.
               Pero sin duda alguna, la corrupción es uno de los rasgos más
            deplorables del funcionamiento de la democracia representa-
            tiva y tal vez la aberración del sistema que más concita al re-
            pudio popular, aunque el centro en la crisis lo constituya –para
            los intereses del pueblo venezolano– la profundización de la
            desigualdad social, el deterioro de las condiciones de vida de
            las mayorías, el crecimiento del desempleo y la pobreza crítica,
            mientras que un sector reducido de la sociedad se beneficia ha-
            ciéndose más rico y poderoso. Precisamente, si algo hace más
            despreciable la corrupción, si algo alimenta el desprecio popu-
            lar hacia esa práctica, es que mientras la corrupción crece y se
            evidencia su impunidad, al pueblo se le demandan sacrificios

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