Page 31 - El Reportaje, el ensayo
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El reportaje, el ensayo
                              qp Earle Herrera
             oriGen/destino

             Si el origen es común, el destino no lo es menos en el caso de estas dos
             disciplinas. La inminencia del peligro tiene la virtud –si se nos permite
             la expresión– de solidarizar incluso a los adversarios, aunque después
             que aquél pase retornen al antagonismo más encarnizado. Pero mientras
             el enemigo común constituya una amenaza para ambos, la prudencia
             aconseja una tregua y hasta la unidad de fuerzas si quieren subsistir. Algo
             parecido pasa con la literatura y el periodismo, con el periódico y el libro,
             amenazados de “muerte” por nuevos medios de comunicación cuyo po-
             der y alcances resultan casi imponderables.
               De la cultura del libro y el periódico se ha pasado a una cultura au-
             diovisual, de imagen y sonido, eminente mente sensorial, la cual parece
             ajustarse más al ritmo y al vértigo de la sociedad contemporánea. Mu-
             chos autores fungiendo de sacerdotes ya han oficiado los funerales del
             libro o, en forma más totalizadora, de la palabra escrita, de la escritura.
             La imagen, el sonido, la simultaneidad e instantaneidad de los medios
             radioeléctricos son atributos contra los cuales no puede competir la
             escritura. Lo intentó cierto periodismo impreso mediante lo que Hum-
             berto Cuenca denominó “el estilo autopista”, pero con ello no hizo
             más que patentizar sus propias deficien cias, poniendo en evidencia, de
             paso, la falta de visión de los propugnadores de ese tipo de periodismo
             al pretender competir en el terreno propio de los nuevos medios.
               Al referirse a la decadencia de la literatura y a la crisis del libro, el
             escritor Juan Liscano ha planteado el problema en términos poco más
             que desalentadores:


               El libro –expone Liscano–, la literatura, la escritura, la lectura parecen
               perder su prestigio secular ante el formidable desarrollo del lenguaje vi-
               sual y oído, perfeccio nado sin cesar por la cinematografía, la televisión
               y los crecientes procedimientos del llamado arte psicodélico que persigue
               una comunicación y una expresión liberada de la escritura y de lo dis-
               cursivo, de lo conceptual y de la historia. El conocimiento sensorial,
               adquirido por medio de imágenes y sonidos, suplanta el conocimien-

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